La presidenta de Xbox, Sarah Bond, ha vuelto a dejar titulares. En una entrevista reciente, afirmó que la próxima consola de Microsoft será «una experiencia muy premium, muy de gama alta». Una frase que, aunque suena bien, ha levantado tantas expectativas como preguntas. ¿Estamos ante la Xbox más potente de la historia… o también la más cara?
Una generación que quiere marcar diferencias
Bond aseguró que el nuevo hardware busca ofrecer “una experiencia curada” para los jugadores más exigentes, algo que sugiere un salto importante tanto en diseño como en rendimiento.
Según explicó, el equipo ya está trabajando junto a AMD en un nuevo chip personalizado —siguiendo la tradición de la familia Series—, y el enfoque apunta claramente a potencia sin concesiones.
El mensaje es claro: Microsoft no quiere simplemente lanzar una sucesora, sino definir la próxima etapa del ecosistema Xbox, donde consola, PC y nube se conecten sin barreras.
El problema del “premium”: ¿cuánto costará?
Aquí llega la parte delicada. Si hablamos de una consola “de gama alta”, el precio probablemente acompañe.
Las previsiones más conservadoras sitúan su lanzamiento en torno a 2027 o 2028, y teniendo en cuenta la evolución de componentes y la inflación del sector, no sería descabellado pensar en una cifra cercana a los 700 € o incluso más.
Por comparar, la PS5 Pro que Sony prepara también apunta a un rango elevado, y Microsoft parece dispuesta a competir en ese terreno. El riesgo: alejarse del público que busca una consola más asequible o una entrada sencilla al catálogo de Game Pass.
Bond no solo habló de hardware, sino también de visión: “queremos que Xbox sea una experiencia más unificada y selecta”. Esa palabra, selecta, deja entrever un futuro donde la consola no solo sea más potente, sino también más cerrada, más cuidada, quizá más elitista. El concepto recuerda a lo que Apple hace con sus dispositivos: calidad garantizada, sí, pero con un coste elevado.
Por otro lado, Microsoft sigue impulsando el juego en la nube, lo que podría compensar ese enfoque con opciones más flexibles. Quizá el plan sea ofrecer una gama completa de acceso al ecosistema Xbox, desde móviles y PC hasta una consola “flagship” para los que quieren la experiencia completa.
Sarah Bond ha dejado claro que la próxima Xbox no será una consola más. Será potente, cuidada y, probablemente, cara. Una declaración de intenciones que entusiasma a los entusiastas del hardware, pero también hace fruncir el ceño a quienes temen una subida de precios en la próxima generación.
Aún faltan años para saber cuánto costará subirse a este tren “premium”, pero una cosa está clara: Microsoft quiere que la palabra lujo empiece a sonar también en el lenguaje gamer.
