Supermassive Games recoge el testigo de Tarsier Studios para continuar una de las sagas más inquietantes del terror moderno. «Little Nightmares 3» llega con nuevo dúo protagonista, cooperativo online y una ambientación que vuelve a hacerte sentir como una figurita perdida en un mundo de gigantes crueles.
El problema: lo que antes era frescura y misterio ahora suena demasiado familiar. A veces parece más un eco de las viejas pesadillas que un nuevo sobresalto. No es un mal juego,ni mucho menos, pero el terror pierde fuerza cuando ya sabes por dónde va a venir el susto.
Aun así, Supermassive logra mantener viva la atmósfera malsana, con un apartado artístico impecable y un ritmo más ágil que en anteriores entregas. Pero los monstruos no asustan tanto, los puzzles no sorprenden, y el cooperativo —aunque interesante— no termina de justificar el cambio de fórmula.
En resumen: una buena secuela, pero no una gran evolución.
Un juego que convence más por lo que conserva que por lo que innova.
Little Nightmares 3
- 📅 Lanzamiento10 de octubre de 2025
- 🖥️ PlataformasPC, PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series X|S, Nintendo Switch, Switch 2
- 🎯 Disponible enSteam, PlayStation Store, Xbox Store, Nintendo eShop
- 🏭 DesarrolladorSupermassive Games
- 📢 EditorBandai Namco Entertainment
- 🌐 Web oficialwww.bandainamcoent.com/games/little-nightmares-iii
Ambientación y narrativa: el arte sigue siendo la pesadilla más bonita
Si hay algo que Little Nightmares 3 sigue haciendo mejor que casi nadie es ponerte incómodo sin necesidad de un solo susto barato. La nueva entrega mantiene esa estética de cuento retorcido, donde todo parece sacado de una pesadilla de infancia mal curada. Las luces parpadean, las sombras se mueven justo cuando no deberían, y los escenarios vuelven a contar historias con más fuerza que las palabras.
Supermassive ha sabido respetar la identidad visual que Tarsier dejó marcada a fuego. Cada habitación parece diseñada para generar ansiedad: juguetes rotos, muebles desproporcionados, y esa sensación constante de que algo te observa. Sin embargo, lo que antes resultaba impactante ahora se siente más predecible. Ya conocemos el truco. La primera vez que Little Nightmares nos hizo agachar la cabeza para pasar por debajo de una puerta gigante, sentimos vulnerabilidad; ahora es rutina.
Narrativamente, el juego se mantiene fiel a su estilo de “cuento sin narrador”, apostando por el simbolismo y la interpretación libre. Los nuevos protagonistas —Low y Alone— funcionan bien como pareja muda, aunque carecen del magnetismo que tenían Six o Mono. El vínculo entre ambos se intuye, pero rara vez se siente. A veces parece que el cooperativo está ahí más por justificar un cambio de fórmula que por una necesidad narrativa real.
Eso sí, cuando el juego acierta, lo hace de lleno. Hay momentos de puro arte visual: reflejos en el agua, ruinas iluminadas por linternas temblorosas, o un enemigo que se mueve como si estuviera suspendido en el aire, imposible de anticipar. Es en esos fragmentos donde Little Nightmares 3 recuerda por qué esta saga es especial, aunque cada vez le cueste más sorprender.
Jugabilidad y puzles: cuando dos no siempre piensan mejor que uno
La gran novedad de Little Nightmares 3 es su modo cooperativo. Por primera vez en la saga, podemos jugar en pareja: uno maneja a Low, el chico del arco, y otro a Alone, la chica de la llave inglesa. Sobre el papel suena como una forma brillante de darle aire fresco a la fórmula; en la práctica, funciona… a medias.
Si juegas en cooperativo online, la experiencia gana en dinamismo: resolver un puzle mientras tu compañero distrae a una criatura o activa una palanca en otra sala aporta momentos genuinamente tensos. Pero cuando decides jugar en solitario, la IA del compañero cumple sin brillar. No molesta, pero tampoco da sensación de estar “vivo”. Es más un engranaje que un personaje.
El diseño de puzles mantiene la esencia de la saga: manipular objetos, buscar la secuencia correcta y huir (si puedes) antes de que algo grande y asqueroso te atrape. No hay grandes giros ni mecánicas revolucionarias, aunque las nuevas herramientas aportan variedad. El arco de Low permite accionar interruptores o distraer enemigos, y la llave inglesa de Alone abre caminos alternativos o destruye ciertos obstáculos. Son detalles bien integrados, pero que rara vez cambian la forma de jugar de manera profunda.
Las secciones de sigilo siguen siendo el corazón del juego. Muevete despacio, aguanta la respiración y espera el momento justo. El problema es que muchos de esos tramos se sienten demasiado parecidos a los de entregas anteriores. Lo que en Little Nightmares 2 te hacía sudar las manos, aquí se intuye con demasiada antelación.
En cuanto a control, el título arrastra el viejo talón de Aquiles de la saga: la perspectiva 2.5D. Juzgar bien la profundidad al saltar o esquivar sigue siendo una lotería, sobre todo en escenarios con varios planos de fondo. No arruina la experiencia, pero a estas alturas ya esperábamos que Supermassive encontrara una solución más pulida.
Cooperativo y experiencia multijugador: juntos, pero separados
El gran reclamo de Little Nightmares 3 es su cooperativo online. La idea tiene gancho: dos jugadores perdidos en una pesadilla compartida, resolviendo puzles y sobreviviendo a monstruos que parecen haber salido del cajón de juguetes de un psicópata.
El resultado… depende de cómo lo juegues.
Si te conectas con un amigo, la experiencia gana enteros. Coordinación, tensión y alguna que otra risa nerviosa cuando uno falla un salto y el otro se queda mirando sin poder hacer nada. Es un modo que funciona mejor con comunicación por voz, porque el juego no incluye chat ni señales más allá de los gestos básicos. La sincronía se vuelve parte del desafío, y eso añade un punto de autenticidad al caos.
El problema llega cuando recuerdas que no hay cooperativo local. Nada de sofá, nada de pantalla partida. Solo online. Una decisión extraña para un título tan íntimo y visualmente denso. Bandai Namco ha incluido el Friend Pass, que permite a un jugador invitar a otro gratis, lo cual mitiga el golpe… pero no lo compensa del todo.
Muchos jugadores en Reddit lo han dejado claro: “¿Cómo puede ser que un juego tan centrado en el compañerismo no tenga opción de compartir sofá?” —y razón no les falta.
En solitario, la IA del compañero cumple con lo justo: no comete errores graves, pero tampoco ofrece sensaciones reales de apoyo o improvisación. En ocasiones se siente más como un fantasma obediente que como un aliado con personalidad. Y aunque los puzles están bien diseñados para poder resolverse así, el juego pierde parte de su alma cuando no hay una mente humana al otro lado.
Dicho de otro modo: el cooperativo es una gran idea que se queda a medio camino. Es divertido, sí, pero podía haber sido inolvidable.
Rendimiento y apartado técnico: belleza o fluidez, tú eliges
Supermassive ha querido que Little Nightmares 3 sea el más ambicioso visualmente de la saga, y lo consigue… con matices.
El juego se ve espectacular: iluminación dinámica, reflejos sutiles, partículas flotando en el aire y una niebla que parece respirar contigo. Pero todo eso tiene un precio, y dependiendo de dónde juegues, puede ser un precio alto.
En PS5 y Xbox Series X|S, el título ofrece dos modos:
- “Beauty”, con todo al máximo, sombras y niebla densa, pero con bajones de framerate notables en algunas zonas.
- “Performance”, mucho más estable (60 fps constantes), aunque con un recorte visible en iluminación y efectos volumétricos.
La elección está clara: si priorizas fluidez, toca sacrificar un poco de atmósfera; si prefieres la experiencia visual completa, prepárate para algún tirón en momentos de acción o iluminación compleja. En PC, depende más de tu hardware, pero el juego sigue sin estar perfectamente optimizado: algunos usuarios reportan stuttering ocasional y tiempos de carga algo largos pese a SSD.
La versión de Switch, por su parte, hace lo que puede. A 30 fps estables la mayor parte del tiempo y con texturas simplificadas, se mantiene sorprendentemente jugable, aunque pierde gran parte del impacto visual. Eso sí, en la esperada Switch 2, la cosa mejora sensiblemente: mejor resolución, efectos de luz más cercanos a los de sobremesa y tiempos de carga reducidos.
El apartado sonoro, eso sí, sigue siendo de matrícula.
El diseño de audio es una de esas joyas que sostienen la atmósfera: pasos que crujen demasiado cerca, respiraciones amortiguadas, el sonido metálico de algo arrastrándose detrás de ti…
Supermassive demuestra que Little Nightmares no necesita música para dar miedo: el silencio ya se encarga del trabajo sucio.
En resumen: técnicamente notable pero irregular.
Se nota el salto de escala, pero también las costuras del motor. Es el típico juego que brilla en capturas y trailers, y que en movimiento te hace dudar entre dos modos que nunca terminan de ser perfectos.
Duración y ritmo: breve, tenso… y un poco irregular
Si algo se puede decir de Little Nightmares 3 es que no se anda con rodeos. En unas 5 a 7 horas puedes llegar al final sin demasiadas complicaciones, y estirarlo a unas 9 o 10 si decides explorar a fondo y rejugar capítulos.
No es mucho, pero la saga nunca se ha medido por su duración, sino por la intensidad con la que exprime cada minuto. El problema es que esta vez, esa intensidad va en altibajos.
El ritmo de la aventura es más ágil que en Little Nightmares 2, con menos tiempos muertos y transiciones más rápidas entre escenarios. Cambias de entorno con frecuencia —de cloacas a desiertos, de ruinas a fábricas oxidadas—, y eso ayuda a mantener la sensación de viaje.
El inconveniente es que no todos los niveles mantienen el mismo nivel de tensión o inspiración visual. Hay algunos pasajes brillantes, donde el diseño de cámara y sonido crean momentos de puro terror atmosférico, y otros que se sienten más como un trámite entre dos escenas mejores.
También influye el hecho de que los enemigos principales no tienen tanto carisma. En las anteriores entregas, cada monstruo era una pesadilla con identidad propia; aquí, algunos parecen diseñados con menos intención simbólica, como si faltara una capa más de significado detrás del susto.
Eso repercute directamente en el ritmo emocional del juego: hay picos de tensión, sí, pero también tramos que se olvidan rápido.
Por suerte, la puesta en escena y la dirección artística siguen salvando el conjunto. Cada capítulo tiene al menos una secuencia memorable —ya sea una persecución, una caída al vacío o una simple mirada congelada en la oscuridad— que te recuerda por qué seguimos volviendo a esta saga.
En definitiva, Little Nightmares 3 dura lo justo, pero no siempre lo aprovecha del todo. Mantiene la tensión, aunque ya no sorprende tanto. Es como ver una buena película de terror cuyo giro final ya conoces, pero que aun así disfrutas por su atmósfera.
Conclusión
Little Nightmares 3 mantiene viva la esencia de una saga única: esa mezcla entre terror infantil, belleza visual y opresión silenciosa que solo ella sabe provocar. Supermassive ha sabido recoger el testigo sin traicionar su identidad, pero también sin llevarla mucho más allá.
El nuevo cooperativo es una idea con potencial, aunque se queda a medio camino por la falta de juego local y una IA que cumple sin sorprender. Los puzles funcionan, la ambientación sigue siendo sobresaliente y el sonido vuelve a ser el verdadero protagonista. Sin embargo, la sensación general es la de estar reviviendo una pesadilla conocida, menos impactante y más controlada.
No es un mal sueño, pero sí uno del que cuesta menos despertarse.
Quienes busquen una experiencia corta, atmosférica y visualmente impresionante lo disfrutarán de principio a fin; los que esperaban una evolución real, quizá despierten con la sensación de que Little Nightmares ha dejado de ser tan inquietante como solía serlo.