El lanzamiento de Call of Duty: Black Ops 7 ha dejado un panorama inusual para la franquicia. Según los datos de GSD, las ventas iniciales del nuevo título de Treyarch se han situado muy por debajo de lo visto en entregas anteriores y, especialmente, frente a sus competidores directos. La situación contrasta con la imagen de solidez que la saga ha mantenido durante más de una década.
Los números hablan por sí solos: Black Ops 7 vendió en su primera semana un 60% menos que la entrega anterior y quedó un 63% por debajo del debut de Battlefield 6, el shooter de EA que ha tenido uno de los estrenos más potentes de los últimos años. La presión no viene únicamente de la histórica rivalidad entre ambas sagas: Arc Raiders, la sorpresa de Nexon, también ha captado una parte notable de la atención del público europeo.
Un lanzamiento eclipsado por la competencia y la recepción crítica
Más allá de las cifras, la recepción del juego ha marcado otro punto de contraste. Mientras algunos medios han destacado la solidez del multijugador, las críticas hacia la campaña han sido especialmente duras, con valoraciones tibias en prensa y una respuesta negativa de los usuarios en plataformas digitales.
Los datos de Ampere Analysis confirman el impacto de la competencia: más de una cuarta parte de los jugadores habituales de Call of Duty en septiembre optaron por pasarse temporalmente a Battlefield 6 durante octubre, coincidiendo con su fuerte campaña de lanzamiento.
La situación se ha visto acompañada de un detalle llamativo: Activision ha mantenido un tono inusualmente discreto en su comunicación posterior al lanzamiento. En otras ocasiones la compañía acompañaba cada estreno con cifras celebratorias de récords o actividad de jugadores. Esta vez, la firma se ha limitado a hablar de una “gran respuesta” sin aportar métricas concretas, algo que medios como Kotaku han destacado por lo atípico.
Game Pass, contexto y el futuro bajo Microsoft
Es importante matizar un elemento clave: Call of Duty: Black Ops 7 forma parte de Xbox Game Pass desde el día uno, mientras que Battlefield 6 no. Esto significa que una parte significativa de los jugadores ha accedido al título vía suscripción, lo que reduce el peso de las ventas tradicionales como indicador principal.
La saga vive además una etapa de transición tras la compra de Activision Blizzard por Microsoft en 2023. Black Ops 6, lanzado en 2024, fue el primer juego en estrenarse directamente en Game Pass, registrando un pico histórico de jugadores, aunque con una caída más acusada que en entregas anteriores tras sus primeras semanas.
Las dudas sobre la dirección creativa a largo plazo también están presentes. El propio Glen Schofield, exdirector de la franquicia, expresó en octubre su preocupación por el futuro de Call of Duty bajo el paraguas de Microsoft y por la compatibilidad entre la cultura corporativa de Xbox y los estudios responsables de la serie.
Un punto de inflexión para la franquicia
El rendimiento inicial de Black Ops 7 no apunta a un fracaso, pero sí evidencia un momento delicado para la saga más influyente del género. La competencia directa se ha fortalecido, la recepción no ha generado unanimidad y el modelo Game Pass está redefiniendo cómo medir el éxito comercial de un AAA.
Lo que ocurra en las próximas semanas —especialmente cuando se acumulen datos de actividad dentro de Game Pass— será determinante para entender hasta qué punto este tropiezo es coyuntural o marca un cambio más profundo en la trayectoria de Call of Duty.



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