Durante años, jugar en Linux era sinónimo de complicaciones: juegos que no arrancaban, configuraciones manuales interminables y una lista de títulos compatibles demasiado corta. Pero eso ha cambiado radicalmente. Según los últimos datos publicados por Tom’s Hardware y Windows Central, más del 87 % de los juegos de Windows pueden ejecutarse hoy en Linux gracias a herramientas como Proton, Wine o Lutris.
- El auge del gaming en Linux: de la frustración a la revolución
- Compatibilidad actual: jugar títulos de Windows en Linux es más fácil que nunca
- Las mejores distribuciones de Linux para jugar en 2025
- Pop!_OS (System76)
- Nobara Project
- Regata OS
- Bazzite (basada en Fedora Silverblue)
- Garuda Linux
- Bonus: SteamOS 3
- Configuración básica y herramientas esenciales para jugar en Linux
- Ventajas y desventajas reales frente a Windows
- Cuándo merece la pena pasarse a Linux para jugar (y cuándo no)
- El futuro del gaming en Linux
Lo que antes era una curiosidad para entusiastas ahora se ha convertido en una alternativa real al gaming en Windows, impulsada por la madurez del software, la llegada de dispositivos como la Steam Deck y el creciente interés de la comunidad.
A estas alturas, la pregunta ya no es si se puede jugar en Linux, sino qué tan bien funciona y qué distribución elegir para aprovecharlo al máximo.
El auge del gaming en Linux: de la frustración a la revolución
Hasta hace poco, la relación entre los videojuegos y Linux era, como mínimo, complicada. La mayoría de los desarrolladores centraban sus esfuerzos en Windows, dejando a los usuarios de Linux con escasas versiones nativas. Sin embargo, la situación cambió con un nombre propio: Proton.
Proton, la capa de compatibilidad creada por Valve, traduce las llamadas del sistema de los juegos de Windows para que funcionen en Linux de manera casi transparente. Lo que empezó como un experimento en Steam Play se ha convertido en el motor principal de la revolución del gaming en Linux, capaz de ejecutar títulos AAA recientes sin necesidad de trucos o configuraciones complejas.
Además, la llegada de la Steam Deck en 2022 consolidó el ecosistema: millones de jugadores comenzaron a usar una consola portátil basada en Linux sin siquiera notarlo. Su sistema operativo, SteamOS, demostró que el rendimiento en Linux puede ser competitivo, estable y, en algunos casos, incluso superior al de Windows.
A partir de ahí, las cifras se dispararon. Según la encuesta de hardware de Steam, más del 3 % de los usuarios activos ya utilizan Linux. Puede parecer poco, pero en una base de más de 120 millones de jugadores, representa un crecimiento sostenido y una comunidad que cada vez exige más soporte y rendimiento.
El avance no solo llega de la mano de Valve. Distribuciones como Pop!_OS, Nobara o Bazzite han diseñado experiencias pensadas para el usuario gamer desde el primer arranque: controladores listos, configuraciones de energía optimizadas y launchers integrados para Steam, Epic Games o GOG.
En otras palabras, Linux ya no es un entorno para programadores o curiosos, sino una opción perfectamente viable para quien quiere jugar, crear contenido o simplemente exprimir su hardware sin depender del ecosistema cerrado de Microsoft.
Compatibilidad actual: jugar títulos de Windows en Linux es más fácil que nunca
El gran obstáculo histórico del gaming en Linux siempre fue la compatibilidad con los juegos de Windows. Sin embargo, esa barrera prácticamente se ha derrumbado. Hoy en día, la mayoría de los títulos modernos funcionan sin mayores complicaciones gracias a tres pilares fundamentales: Proton, Wine y DXVK.
Proton, desarrollado por Valve e integrado en Steam Play, es el principal responsable de esta transformación. Su función es traducir en tiempo real las instrucciones diseñadas para Windows, permitiendo que los juegos se ejecuten en Linux sin necesidad de una máquina virtual. Lo más interesante es que muchos títulos recientes funcionan directamente con un clic, sin pasos adicionales.
Según el portal Tom’s Hardware (noviembre de 2025), casi el 90 % de los juegos de Steam ya son jugables en Linux, y el listado crece cada mes. Esto incluye franquicias exigentes como Cyberpunk 2077, Elden Ring o Starfield, que alcanzan un rendimiento similar —e incluso superior en algunos casos— al obtenido en Windows.
Pero Proton no está solo. Wine, la herramienta original que inspiró su desarrollo, sigue siendo la base técnica que permite ejecutar aplicaciones de Windows fuera del entorno de Steam. A esto se suma DXVK, un traductor de DirectX a Vulkan que mejora el rendimiento gráfico y reduce la latencia. En conjunto, forman una infraestructura madura que convierte a Linux en una plataforma de juego plenamente funcional.
Aun así, hay límites. Algunos títulos con sistemas de anti-cheat avanzados (por ejemplo, Valorant o Fortnite) siguen siendo incompatibles, ya que sus medidas de seguridad funcionan a nivel de kernel y no admiten ejecución fuera de Windows. Valve y Epic han mostrado interés en colaborar para resolverlo, pero por ahora sigue siendo el principal punto débil de la experiencia Linux.
Para el resto de usuarios, especialmente quienes disfrutan de juegos single-player, indies o sin dependencias online, la situación no puede ser mejor. Los tiempos en los que instalar un juego en Linux requería guías interminables o scripts personalizados han quedado atrás: hoy basta con abrir Steam, activar la opción de compatibilidad y empezar a jugar.
Las mejores distribuciones de Linux para jugar en 2025
Uno de los grandes atractivos de Linux es la libertad de elección: hay cientos de distribuciones, cada una con su filosofía y nivel de complejidad. Pero si tu objetivo principal es jugar, la clave está en optar por una distro moderna, con drivers preinstalados, soporte actualizado para GPU y una integración fluida con Steam, Lutris o Heroic Games Launcher.
A continuación, repasamos las opciones más recomendadas en 2025 para iniciarse —o consolidarse— en el gaming bajo Linux.
Pop!_OS (System76)
Ideal para: jugadores que buscan estabilidad, rendimiento y compatibilidad total con hardware NVIDIA o AMD.
Basada en Ubuntu y desarrollada por System76, Pop!_OS es probablemente la distribución más equilibrada para jugar. Su instalador detecta automáticamente los componentes del sistema y ofrece imágenes separadas según la tarjeta gráfica.
Integra herramientas de gestión de energía, atajos de teclado personalizados y un entorno de escritorio limpio (COSMIC), pensado para que el usuario se concentre en jugar y trabajar sin distracciones.
Además, Proton y Steam vienen listos para usar, y los drivers se actualizan sin necesidad de recurrir al terminal. Su comunidad es amplia y activa, lo que facilita encontrar soporte ante cualquier problema.
Nobara Project
Ideal para: quienes buscan rendimiento gaming y edición multimedia en un solo entorno.
Creada por el desarrollador del proyecto Proton-GE, Nobara está basada en Fedora, pero optimizada desde su núcleo para videojuegos y contenido creativo. Incluye controladores NVIDIA y AMD, soporte para OBS, DaVinci Resolve y una versión modificada del kernel que mejora la latencia y el rendimiento.
Su interfaz (GNOME adaptado) resulta moderna y visual, pero lo mejor es que todo funciona desde el primer arranque, sin configuraciones manuales. Por eso, es una de las distros preferidas por streamers y usuarios que combinan gaming con producción audiovisual.
Regata OS
Ideal para: usuarios que vienen de Windows y quieren una experiencia “plug & play”.
Regata OS está pensada para quienes quieren jugar sin tocar nada. Basada en openSUSE, cuenta con Regata Store, una tienda integrada con instaladores automáticos para Steam, Epic Games, Battle.net o EA App.
Su centro de control facilita la instalación de controladores y librerías gráficas, y es especialmente recomendable en portátiles híbridos (con GPU integrada + dedicada), donde gestiona bien el consumo energético.
No es la más ligera, pero sí una de las más cómodas para quienes dan sus primeros pasos en Linux.
Bazzite (basada en Fedora Silverblue)
Ideal para: usuarios de consolas portátiles y entusiastas de Steam Deck.
Bazzite se ha convertido en una de las sorpresas del año. Su enfoque está totalmente orientado a la experiencia handheld y a los PC gaming compactos.
Trae Steam, Heroic Games Launcher y emuladores preconfigurados, soporte completo para mandos y actualizaciones atómicas que reducen el riesgo de errores del sistema.
Su gran ventaja es la estabilidad: al estar basada en Fedora Silverblue, cada actualización del sistema es reversible, algo muy útil en entornos donde la fiabilidad es esencial.
Garuda Linux
Ideal para: usuarios avanzados que quieren exprimir al máximo su hardware.
Garuda es una distribución basada en Arch Linux, pero con todo el trabajo de optimización hecho. Usa un kernel Zen (modificado para mejorar la latencia), una interfaz visualmente espectacular (KDE Dr460nized) y un asistente de configuración que automatiza la instalación de drivers, Proton GE y DXVK.
Es la opción más personalizable y potente, aunque también la que más recompensa a quienes tienen cierta experiencia previa en Linux.
Bonus: SteamOS 3
Ideal para: quienes utilizan la Steam Deck o montan su propio PC tipo consola.
Aunque oficialmente diseñado para la portátil de Valve, SteamOS 3 también puede instalarse en equipos de escritorio. Su base Arch, unida a Proton y la interfaz de Steam Big Picture, convierte cualquier PC en una consola Linux completamente funcional.
No es la más versátil para trabajar, pero sí la mejor si lo único que te interesa es encender y jugar.
Configuración básica y herramientas esenciales para jugar en Linux
Una de las ventajas del ecosistema actual es que ya no hace falta ser un experto para montar un entorno de juego funcional en Linux. Las principales distribuciones orientadas al gaming vienen con casi todo listo, pero si quieres afinar la experiencia y obtener el máximo rendimiento, hay algunos pasos y herramientas que merece la pena conocer.
1. Mantén tus controladores actualizados
El primer aspecto clave son los drivers de la GPU. En distribuciones como Pop!_OS, Nobara o Regata OS, los controladores de NVIDIA y AMD se actualizan automáticamente a través del gestor de software. En otros entornos, como Arch o Fedora, puede que sea necesario instalarlos manualmente desde los repositorios oficiales.
En cualquier caso, si usas una tarjeta NVIDIA, asegúrate de tener activado el controlador propietario, ya que el libre (“nouveau”) sigue ofreciendo un rendimiento inferior en la mayoría de juegos.
2. Instala Steam y activa Proton
Steam suele venir preinstalado en muchas distros gaming, y solo hay que ir a Configuración → Compatibilidad y marcar la opción “Activar Steam Play para todos los títulos”. Así, el sistema utilizará Proton, la capa de compatibilidad desarrollada por Valve que permite ejecutar juegos de Windows como si fueran nativos de Linux.
También existe una versión alternativa llamada Proton GE (Glorious Eggroll), creada por la comunidad, que mejora la compatibilidad con títulos recientes o corrige errores. Se puede descargar fácilmente desde su repositorio de GitHub y añadirla a Steam con unos pocos clics.
3. Heroic Games Launcher y Lutris: tus aliados fuera de Steam
Para los juegos que no están en Steam, dos herramientas resultan imprescindibles: Heroic Games Launcher y Lutris.
Heroic es una interfaz moderna que permite gestionar bibliotecas de Epic Games Store, GOG y Amazon Games, ofreciendo incluso sincronización de partidas en la nube y ajustes personalizados de Proton.
Lutris, por su parte, es más avanzada y versátil: permite ejecutar prácticamente cualquier launcher de Windows, aplicar configuraciones de Wine, DXVK o instalar emuladores y mods con facilidad. Ambas cuentan con comunidades muy activas, donde los usuarios comparten configuraciones optimizadas para cada juego.
4. Activa DXVK y Vulkan para mejorar el rendimiento
DXVK es la capa que traduce DirectX 9, 10 y 11 a Vulkan, la API gráfica moderna de Linux. En la mayoría de casos viene activada por defecto con Proton, pero conviene asegurarse de tener la última versión instalada.
Su impacto en el rendimiento es significativo: mejora la estabilidad de los fotogramas por segundo, reduce la latencia y aprovecha mejor los núcleos de la GPU.
5. Ajustes extra que marcan la diferencia
Activar el modo rendimiento, desactivar la sincronización vertical global y usar resoluciones adaptativas son medidas que ayudan a mantener la fluidez en juegos exigentes. Algunas distros incluso incorporan optimizadores automáticos que ajustan los parámetros del kernel para priorizar procesos gráficos o reducir la carga del sistema.
En definitiva, montar un entorno de juego en Linux ya no es una tarea compleja. Con los controladores actualizados, Proton activado y herramientas como Heroic o Lutris, cualquier usuario puede disfrutar de la mayoría de los juegos de Windows con apenas unos clics y un rendimiento que rivaliza con el de un PC con Windows.
Ventajas y desventajas reales frente a Windows
Pasarse a Linux para jugar no es una decisión radical, sino una alternativa cada vez más razonable. El sistema de Microsoft sigue siendo el estándar del sector, pero Linux ha madurado hasta el punto de ofrecer una experiencia muy competitiva. Aun así, conviene entender sus puntos fuertes y sus limitaciones antes de dar el salto.
Ventajas de jugar en Linux
- Rendimiento y estabilidad. En muchos casos, especialmente con hardware AMD, los juegos corren tan bien o mejor que en Windows. La gestión de recursos del sistema es más eficiente y el kernel de Linux tiende a mantener la estabilidad incluso en sesiones largas.
- Sin actualizaciones invasivas. Las actualizaciones de Windows pueden interrumpir descargas, reiniciar el equipo o consumir recursos en segundo plano. En Linux, los parches son más discretos y se aplican sin afectar al rendimiento durante el juego.
- Personalización completa. Puedes adaptar cada aspecto del sistema: elegir el entorno de escritorio, modificar el kernel o instalar solo lo que necesites. Esto permite optimizar el rendimiento y reducir la carga de procesos innecesarios.
- Seguridad y privacidad. Linux es menos vulnerable al malware y no recopila datos de telemetría del mismo modo que Windows. Para quienes valoran un entorno limpio y sin rastreo, es una ventaja clara.
- Ecosistema libre y gratuito. No hay licencias ni costes ocultos: el sistema operativo, los controladores y la mayoría de herramientas son de código abierto. Además, las comunidades suelen ofrecer soporte constante sin depender de grandes corporaciones.
- Mejor autonomía en portátiles. En dispositivos tipo Steam Deck o ultrabooks, Linux suele gestionar mejor la energía, lo que se traduce en más horas de juego o trabajo con una sola carga.
Desventajas frente a Windows
- Compatibilidad incompleta. Aunque casi el 90 % de los juegos de Windows funcionan en Linux, sigue habiendo excepciones importantes. Los títulos con sistemas de anti-cheat como Vanguard o Easy Anti-Cheat todavía presentan problemas o directamente no arrancan.
- Curva de aprendizaje. Aunque las distros gaming facilitan mucho la instalación, sigue siendo un entorno menos familiar para el usuario medio. Algunos ajustes, como montar particiones o editar configuraciones, pueden requerir cierta práctica.
- Software complementario limitado. Algunas aplicaciones de terceros —por ejemplo, utilidades de periféricos, programas de streaming o lanzadores propietarios— no tienen versión oficial para Linux. Hay alternativas, pero no siempre igual de completas.
- Rendimiento desigual según el título. No todos los juegos traducen bien las instrucciones DirectX a Vulkan. En algunos casos se pierde entre un 5 % y un 10 % de rendimiento respecto a Windows.
- Soporte técnico fragmentado. Al ser un ecosistema abierto y con múltiples distribuciones, el soporte puede variar mucho. No hay un servicio unificado como el de Microsoft; en cambio, la ayuda llega desde foros y comunidades.
En resumen, Linux ya no es un entorno marginal para jugadores. La mayoría de títulos funcionan sin complicaciones, y el sistema ofrece ventajas reales en rendimiento, privacidad y control. Sin embargo, quienes buscan la máxima compatibilidad y cero mantenimiento seguirán encontrándose más cómodos en Windows. Todo depende del perfil del jugador: si valoras la libertad y te atrae experimentar, Linux es una apuesta sólida; si solo quieres instalar y jugar sin pensar, Windows sigue siendo el camino más directo.
Cuándo merece la pena pasarse a Linux para jugar (y cuándo no)
Decidir si dar el salto a Linux depende menos del hardware y más de tus expectativas. Hoy la plataforma ofrece una experiencia madura, pero no todos los perfiles de jugador se beneficiarán igual. Estas son algunas situaciones en las que realmente compensa —y otras en las que quizás convenga esperar.
Cuándo sí merece la pena
- Si usas principalmente Steam. La integración de Proton hace que casi todo el catálogo funcione con un clic. Además, SteamOS y las distros basadas en Arch ofrecen un entorno muy optimizado para juegos recientes.
- Si priorizas la estabilidad y el control. Linux rara vez interrumpe tus sesiones con actualizaciones forzadas, y puedes ajustar el sistema para que solo ejecute lo esencial. Ideal si valoras un entorno limpio y predecible.
- Si juegas a títulos single player o indies. Los juegos que no dependen de anti-cheat ni de servicios online pesados funcionan a la perfección. En muchos casos, incluso arrancan más rápido y consumen menos recursos.
- Si quieres aprovechar hardware modesto o portátil. Linux gestiona mejor la energía y el rendimiento térmico, lo que puede alargar la vida útil de equipos antiguos o portátiles con potencia limitada.
- Si valoras la filosofía open source. Adoptar Linux no solo es una cuestión técnica; también implica apoyar un modelo de software libre y sostenible, donde la comunidad impulsa las mejoras.
Cuándo no es el mejor momento
- Si juegas títulos competitivos con anti-cheat estricto. Juegos como Valorant, Fortnite o Warzone aún tienen soporte limitado o nulo en Linux, lo que puede impedirte acceder a tus partidas.
- Si dependes de software propietario. Algunos programas de streaming, controladores de periféricos o aplicaciones complementarias siguen siendo exclusivos de Windows.
- Si buscas una experiencia totalmente “plug & play”. Aunque las distros gaming simplifican mucho la configuración, todavía pueden aparecer pequeños problemas de compatibilidad o rendimiento que exigen ajustes manuales.
- Si tienes hardware muy reciente. Algunos dispositivos, especialmente tarjetas gráficas de nueva generación o componentes específicos de portátiles, pueden tardar unos meses en recibir soporte estable en los controladores Linux.
- Si necesitas rendimiento máximo en todos los juegos. Aunque la diferencia se ha reducido, algunos títulos exigen un par de FPS extra o un soporte gráfico que sigue siendo más maduro en Windows.
En pocas palabras, Linux es una alternativa sólida para la mayoría de jugadores, especialmente para quienes buscan independencia, estabilidad y un entorno sin restricciones. Pero si tu prioridad es la compatibilidad absoluta y el mínimo mantenimiento, Windows seguirá siendo la opción más cómoda. Lo interesante es que, por primera vez, ya no se trata de elegir entre potencia o libertad: ambos sistemas pueden convivir, y muchos jugadores optan por un arranque dual para disfrutar de lo mejor de cada mundo.
El futuro del gaming en Linux
Durante años, Linux fue ese territorio alternativo donde solo los más curiosos se atrevían a jugar. Hoy, la historia es muy diferente: con la madurez de Proton, el empuje de la Steam Deck y el trabajo constante de la comunidad, el sistema se ha convertido en un competidor real de Windows dentro del mundo gaming.
Las barreras técnicas que antes parecían insalvables —drivers, compatibilidad, rendimiento gráfico— se han reducido hasta el punto de que la mayoría de jugadores pueden instalar una distribución moderna y ponerse a jugar en cuestión de minutos. La sensación de “estar haciendo algo experimental” ha desaparecido. Ahora es una opción práctica, estable y cada vez más atractiva.
El cambio no solo beneficia a los usuarios. Los desarrolladores están empezando a tener en cuenta a Linux desde el diseño de sus motores y lanzamientos, especialmente gracias a Vulkan y a la portabilidad que ofrecen plataformas como Steam. Cuantos más jugadores usen Linux, más interés tendrán los estudios en ofrecer soporte nativo, cerrando así el círculo.
Por todo esto, 2025 puede considerarse el punto de consolidación del gaming en Linux. No es un reemplazo total de Windows, pero sí una alternativa madura, capaz de ofrecer rendimiento, estabilidad y libertad. En un mundo donde los sistemas operativos tienden a la restricción y la telemetría, Linux representa la otra cara: una plataforma abierta que devuelve al usuario el control sobre su equipo.
Para muchos jugadores, ese simple hecho ya es motivo suficiente para quedarse.



